EL APEGO SEGURO

Un estilo de parentalidad con adolescentes que promueve la salud mental y el apego seguro.

[et_pb_section bb_built=»1″][et_pb_row][et_pb_column type=»4_4″][et_pb_text admin_label=»Bajada» _builder_version=»3.12.2″ header_text_align=»justify»]

Ser padre o madre es un desafío que conlleva una tremenda cantidad de dinámicas y procesos con los que nos tenemos que conectar, para luego tratar de entender y administrar, de manera que surja de nosotros una respuesta que integre distintos niveles y dimensiones que incluyen por un lado nuestros propios motivos, imágenes, creencias y necesidades acerca de la parentalidad y por otro lado las necesidades, expectativas, conflictos y búsquedas de nuestros hijos adolescentes.

[/et_pb_text][et_pb_text admin_label=»Primer parrafo: En la relación padres-hijos…» _builder_version=»3.12.2″ text_orientation=»justified»]

En la relación padres-hijo, cada uno está tratando de resolver o tramitar asuntos muy importantes: el padre/madre busca lograr sentirse cumpliendo con las expectativas propias sobre ser un buen padre/madre, al tiempo que negocia con la realidad para lograr acercar a su hijo/a lo más posible al modelo ideal de hijo/a que define sus criterios de crianza. El hijo/a, presionado por sus padres a responder a ese modelo, intenta por su parte sobrevivir airoso en un mundo lleno de cambios y desafíos, en el que para sentirse validado y seguro, tiene que cumplirle a sus propios deseos, necesidades y expectativas en cuanto a logros, amistades, participación y reconocimiento social. En términos interpersonales, los desafíos están centrados en quedar bien posicionado socialmente, ganar seguridad de su propia autovalencia y valor personal por sus propios méritos, lograr un nivel de estatus que le dé reconocimiento y validación entre los pares. Su seguridad busca consolidarla al explorar límites más allá de lo acostumbrado, definir sus propias características, prepararse para el futuro intentando definir qué hará en la vida a partir de sus propias y habitualmente desconocidas habilidades o características de personalidad. En síntesis, se encuentran dos seres humanos en un permanente dinamismo que oscila entre la inestabilidad y la estabilidad, el control y el descontrol, la seguridad y la inseguridad, lo conocido y el cambio. El desafío de la parentalidad está principalmente en centrarse en las necesidades del hijo adolescente, y desarrollar una actitud de escucha, acompañamiento, no control y abandonando la coacción como forma de enfrentar situaciones en las que la reacción o respuesta del hijo se aleja de premisas o actitudes que los padres consideren como condiciones esperadas e irrenunciables.

Definimos 25 actitudes parentales (1) que posibilitan un acompañamiento apropiado para el desarrollo del hijo, de su identidad y de su seguridad frente a la vida. Se trata de actitudes que ponen a las necesidades del hijo al centro y ubican al padre como un proveedor de significado personal y como otro significativo y promotor. Estas actitudes vuelven al adulto más confiable para el adolescente, le permiten sentirse acompañado sin ser invadido, le dan la base o plataforma para despegar, aportan energía para enfrentarse a la realidad, favorecen el autoconocimiento y autodescubrimiento actuando como un espejo, y orientan a partir de constituirse en un modelo realista, no desde el deber ser, una propuesta acerca de cómo enfrentar la vida y  las relaciones, acerca de cómo dialogar y escuchar, cómo pensar y resolver problemas:

[/et_pb_text][et_pb_text admin_label=»25 puntos» _builder_version=»3.12.2″ text_font_size=»14px»]

  1. Manifestar amor y conexión. Estar presentes y cercanos.
  2. Promover interacciones lúdicas, con humor, creativas.
  3. Proveer lo que necesitan y también enseñarle a ganarse las cosas.
  4. Monitorizar: observar interviniendo lo menos posible.
  5. Guiar mediante reflexionar y hacerse preguntas.
  6. Fomentar la comunicación, abrir y explorar su experiencia desde ellos.
  7. Enseñarle a conectarse con lo que les sucede, y con lo que le sucede a otros.
  8. Manifestar el amor y el interés por lo que necesitan o les pasa.
  9. Saber escuchar dando tiempo, interesándose por entender su punto de vista y emociones.
  10. Ayudar a que puedan entender los motivos y necesidades de otros detrás de sus comportamientos o actitudes.
  11. Enseñarles a sensibilizarse frente al dolor o necesidades de los demás, motivarlos por dar una respuesta: acercarse, comprometerse, cuidar.
  12. Promover un apego seguro, estable, una relación con un sentido de congruencia, seguridad, proximidad, protección, cercanía.
  13. Limitar con razones válidas, evitando el autoritarismo, lo ultimátums o las amenazas.
  14. Dar el ejemplo.
  15. Construir una convivencia respetuosa: Demostrar respeto y pedir respeto.
  16. Dar respaldo y seguridad, sentido de protección.
  17. Promover sus potencialidades y dar valoración y reconocimiento explícito.
  18. Fomentar autoestima y ayudarles a creer en sí mismo: autoeficacia y autogestión.
  19. Ayudar a aprender a tomar decisiones.
  20. Fomentar responsabilidad: cuidado de otros y autocuidado.
  21. Fomentar un buen relato o narrativa sobre sí y su realidad.
  22. Ayudar a abrir caminos.
  23. Facilitar la autonomía e independencia, promoviendo que se hagan cargo de sí.
  24. Permitirles exponerse a riesgo limitado y supervisado en el que puedan probarse y alcanzar confianza y seguridad en sus recursos para manejarlos.
  25. Demostrar confianza en su capacidad de enfrentar desafíos y administrar sus errores, enmendarlos, reparar, aprender de ellos.

[/et_pb_text][et_pb_text admin_label=»Tercer parrafo: Ser padres es una dimensión…» _builder_version=»3.12.2″ text_orientation=»justified»]

Ser padres es una dimensión de la vida llena de desafíos, una de las que más profundamente compromete nuestro ser como personas. Las emociones que se viven en la parentalidad son de una intensidad y profundidad tales, que son difícilmente comparables con otras experiencias en la vida. El vínculo afectivo con nuestro hijo adolescente y  el sentimiento de participar en el desarrollo de un ser que se abre a la vida,  nos ofrece una fuente inagotable de energía, de sentido y significado para nuestra existencia. Sin embargo esta potente dimensión de nuestra experiencia puede verse conflictuada y empobrecida o coartada cuando nuestras actitudes, conflictos no resueltos o falta de herramientas interpersonales o de socialización, nos impiden entrar en sintonía con el proceso de nuestros hijos. Resulta prioritario, en cambio,  lograr construir una relación de cooperación y confianza, conocer en profundidad sus necesidades y características para actuar en concordancia con  la manera en que se pueden abrir a nuestra presencia y recibir nuestra mensajes, nuestros aportes, nuestros límites  y nuestro afecto.

 

 

[/et_pb_text][et_pb_text admin_label=»Cita: *Resumen de criterios…» _builder_version=»3.12.2″ header_6_font_size=»12px» header_6_font=»Roboto||||||||»]

 *Resumen de criterios acerca de la parentalidad con adolescentes, aportados por el  doctor Mariano Montenegro en una charla realizada en 2015 en el Colegio San Ignacio el Bosque.

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