Desarrollo personal del profesor; una necesidad fundamental

La vida profesional del docente está llena de experiencias variadas, complejas y desafiantes. La relación con los alumnos, con los colegas, con la escuela demandan de éste una constante reflexión y comprensión de situaciones y personas, un saber qué hacer oportuno y acertado poniéndose en juego sus recursos y capacidades personales en lo humano y en lo profesional. Al mismo tiempo estos desafíos ponen en juego de manera permanente su vocación y dedicación de maestro/a en su sentido más amplio y profundo.
Estos factores representan generadores de estrés y agotamiento, lo que afecta directamente el desempeño del docente, su compromiso, y la frescura del sentido de su vocación como maestro y formador. La desmotivación aparece como un síntoma claro de pérdida de salud psíquica y emocional en términos laborales.

“El desarrollo personal resulta especialmente significativo al considerar las condiciones de trabajo y salud que se asocian al ejercicio de la labor docente. “Las condiciones de trabajo el conjunto de aspectos que configuran el escenario en el cual ocurre la labor de los profesores: espacios físicos, infraestructura, equipamiento, clima institucional, características del entrono, naturaleza de las relaciones con los distintos interlocutores (Autoridades, directores, colegas, estudiantes, padres, comunidad), actividades recreativas y culturales, etc. La naturaleza de estas condiciones puede convertir al trabajo en una fuente de crecimiento, de bienestar personal y profesional para los docentes, o puede convertirlo en una fuente de frustraciones y afecciones a su salud. Una gran cantidad de las afecciones recurrentes de los docentes caen en el campo de la salud mental. Estrés, enfermedades psicosomáticas, depresión, afonía, várices, problemas respiratorios, están entre las patologías ocupacionales más frecuentes de los profesores”.(Magali Robalino Campos. 2005. ¿Actor o protagonista? Dilemas y responsabilidades sociales de la profesión docente. en Revista PRELAC, nº1, Protagonismo docente en el cambio educativo, págs 7-23)

El docente tiene que enfrentar el dilema de mantener su vocación de servicio y su desarrollo profesional, intelectual y personal conviviendo con el prejuicio social que en el discurso oficial la estima e idealiza como noble, pero en la práctica, en el discurso de las valorizaciones reales, la sub estima por las mismas características de abnegación y servicio propias la actividad docente. La actividad docente es alter-céntrica, centrada en hacer crecer al otro, no egocéntrica (centrada en el engrandecimiento o enriquecimiento personal, fama, poder, prestigio como fines principales). Enfrentar este dilema sin verse afectado en la autoestima personal y profesional requiere de un trabajo de desarrollo y crecimiento personal en términos de desarrollo de una identidad docente positiva, realista, fuerte, rica en contenidos y afectos, en proyectos y valores.

“Es interesante la observación de Medina en relación con las “virtudes biológicamente femeninas” valoradas en la realización del trabajo docente que se realiza en los niveles preescolar y básico: “entrega, servicio, abnegación”. Dichas virtudes, proyección del rol que la mujer tradicionalmente ha desempeñado en el ámbito familiar, son subvaloradas por la sociedad en comparación con las competencias técnico- científicas, más propias del género masculino: el análisis del autor nos permite tomar conciencia sobre el peso que los mitos, a veces con carácter de prejuicio social, pueden llegar a tener sobre el estatus profesional del cuerpo docente”. (La formación docente: mitos, problemas y realidades. Maciel de Olivera, Cristina. en Revista PRELAC, nº1, Julio de 2005, Protagonismo docente en el cambio educativo, págs 78-89)

El desarrollo personal del profesor resulta entonces fundamental para enfrentar los factores estresantes y demandantes presentados y al mismo tiempo ser capaces de mantener viva la vocación que debe inspirar cada uno de sus actos, preservando el sentido y significado de su actividad como educador. El profesor necesita vivir inmerso en un proceso permanente de ir madurando su rol de maestro a partir de la reflexión de sus experiencias y lograr desarrollar recursos para manejar y administrar las diversas demandas, tensiones y desafíos del ejercicio docente.
Por otra parte, el profesor tiene una influencia fundamental en la formación de los alumnos siendo un modelo que orienta el desarrollo de cada uno y del curso como grupo, debiendo al mismo tiempo entregar conocimientos y apoyar dinámicas psico-sociales constructivas para el funcionamiento del grupo. El docente como formador y maestro es fundamentalmente un orientador de vidas antes que un instructor.
“ El maestro debe vivir en la colectividad escolar como parte inseparable de la misma y, en este sentido, las relaciones entre maestro y alumno pueden alcanzar tal vigor, limpieza y elevación, que no encontrarán nada igual en toda la gama social de las relaciones humanas
(Vygotski, L ( 1926/ 2001) Psicología pedagógica. (trad). Buenos Aires: Aique Grupo Editor. Capítulos 4 y 19. en Contreras, Joanna, fichas valoras UC. La naturaleza social de la educación y el papel del maestro, en página Web Valoras UC.cl.)

Como el proceso de enseñanza aprendizaje es ante todo un asunto de vínculo y de modelaje (Bandura), el docente primero enseña mediante lo que es (cómo se vincula) y luego mediante lo que dice y lo que hace. Por lo mismo, tiene la responsabilidad de buscar un permanente crecimiento personal en diferentes dimensiones, de manera desarrollar una personalidad madura y estable, con conocimientos, carácter y actitudes que le permita enfrentar equilibradamente las diversas situaciones propias de la labor pedagógica y ser un modelo válido para sus alumnos. Lo anterior implica el desarrollo de una serie de competencias tales como autoconocimiento, destrezas para vincularse, para ejercer liderazgo y trabajar en equipo. Junto con poseer principios valóricos -formativos sólidos, debe ser capaz de mantener buenas relaciones humanas con los alumnos, apoderados, instancias directivas y colegas. La siguiente cita nos ilustra lo anterior:
El profesor es una figura de la escuela que puede actuar como modelo; pero si además, es para un niño, niña o adolescente una figura significativa, aumentan las probabilidades de que su conducta sea imitada. Es por esto que se hace fundamental el vínculo que el profesor establezca con sus alumnos, así como la toma de conciencia, mediante la reflexión de las propias prácticas que son llevadas a cabo en la sala de clases. El maestro muchas veces no percibe ni es conciente de estar modelando conductas, especialmente, aquellas referidas a valores y pautas de comportamiento. A través de la reflexión y el diálogo conjunto entre docentes se pueden ir intencionando las conductas que se espera que los alumnos aprendan. (El modelaje según Bandura. Johanna Contreras, 2003 , fichas, de Valoras UC. )
En síntesis, los profesores son los encargados de llevar a cabo y también de articular los procesos de aprendizaje y generación de conocimientos, de recrearlos, a través de la comunicación directa, cercana y profunda con los alumnos y alumnas que se encuentran en el aula.
Esto significa que la práctica docente representa una actividad muy compleja debido a que obliga a articular distintas dimensiones, que son muy bien expuestas en el siguiente texto extraído del apunte (Fierro, Fourtoul y Rosas, 1999.)

DIMENSIONES DE LA PRÁCTICA DOCENTE.
(La práctica docente y sus dimensiones, según Fierro, de Johanna Contreras 2003, en fichas de Valoras UC)
Dimensión personal: el profesor es ante todo un ser humano, por lo tanto, la práctica docente es una práctica. El profesor debe ser entendido como un individuo con cualidades, características y dificultades, con ideales, proyectos, motivaciones e imperfecciones. En este ámbito, la reflexión se dirige a la concepción del profesor como ser histórico, capaz de analizar su presente con miras a la construcción de su futuro. Es importante mirar la historia personal, la experiencia profesional, la vida cotidiana y el trabajo, las razones que motivaron su elección vocacional, su motivación y satisfacción actual, sus sentimientos de éxito y fracaso, su proyección profesional hacia el futuro.
Dimensión institucional:La reflexión sobre esta dimensión enfatiza las características institucionales que influyen en las practicas, a saber, las normas de comportamiento y comunicación entre colegas y autoridades, los saberes y prácticas de enseñanza que se socializan en el gremio, las costumbres y tradiciones, estilos de relación, modelos de gestión directiva y condiciones laborales, etc. Es importante analizar la repercusión que tiene el clima escolar en los distintos miembros de la institución
Dimensión interpersonal: El análisis de esta dimensión supone una reflexión sobre el clima institucional, los espacios de participación interna y estilos de comunicación, los tipos de conflictos que emergen y los modos de resolverlos, el tipo de convivencia de la escuela y el grado de satisfacción de los distintos actores respecto a las relaciones que mantienen.
Dimensión social: implica reflexionar sobre el sentido del quehacer docente en el momento histórico en que vive y desde su entorno de desempeño. También es necesario reflexionar sobre las propias expectativas y las que recaen en la figura del maestro, junto con las presiones desde el sistema y las familias

Un funcionamiento integrado en estas tres dimensiones da cuenta de madurez en el desarrollo personal y de la identidad profesional.

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