La pedagogía terapéutica es una pedagogía que repara, fortalece y proyecta la identidad del estudiante. Su eje de rotación son las necesidades psicosociales de los estudiantes, las motivaciones y experiencias de las que depende el equilibrio emocional, un sentido de fortaleza, estabilidad, satisfacción y plenitud. La insatisfacción de las necesidades psicosociales, por el contrario, lleva a experimentar fragilidad, insatisfacción, vulnerabilidad, dolor, o ansiedad. Las necesidades psicosociales son determinantes en la calidad de la salud mental personal. Abraham Maslow desarrollo el modelo piramidal de necesidades humanas, ubicando en la base del triángulo las necesidades de orden biológico y físico y en la punta superior, las necesidades más trascendentes que tienen que ver con el sentido de la vida humana, de la vida personal.
William Glasser, un psiquiatra norteamericano desarrolló un modelo terapéutico que denominó la terapia de la realidad o terapia realista, centrada en cinco necesidades elementales: sobrevivencia, amor y pertenencia, poder o logro, libertad y disfrute. Para Glasser el desafío de toda persona es aprender a gestionar sus necesidades y al mismo tiempo aceptar la realidad, utilizando su capacidad para transformarla, para decidir caminos y cambios y para reconocer lo que solo puede ser aceptado y no modificado. También plantea que las personas tenemos o construimos un “mundo de calidad”, que corresponde a nuestras imágenes sobre lo que quisiéramos para nuestra vida, lo que se basa en cómo nos gustaría ver satisfechas esas cinco necesidades. El desafío de toda pedagogía es acompañar al estudiante a transformarse en lo que es potencialmente. En la pedagogía terapéutica trabajamos construyendo con los estudiantes una experiencia de calidad para cada una de sus necesidades y le ayudamos a construir imágenes de calidad para sí mismo y para la gestión de sus necesidades, que estén a su alcance y le permitan ir “de confianza en confianza”.
Glasser estableció ciertos axiomas que aplicados a la educación
- Todos los problemas psicológicos duraderos tienen un carácter relacional.
- La relación problemática siempre forma parte de nuestra vida actual.
- Aunque el pasado determina nuestra forma de ser actual, sólo podemos satisfacer nuestras necesidades presentes y futuras.
- Para satisfacer nuestras necesidades debemos satisfacer las imágenes del Mundo de Calidad.
- Todo lo que hacemos las personas es comportamiento.
- El “Comportamiento Total” está compuesto por cuatro componentes: actuación, pensamiento, emoción y fisiología.
- Sólo tenemos control directo sobre la actuación y el pensamiento; el cambio en estos influye de forma indirecta en la modificación de la emoción y la fisiología.
El docente debe colaborar con el estudiante para que pueda satisfacer dichas necesidades; Muchas veces el estudiante rechaza su realidad personal, académica, social, física o emocional. La pedagogía terapéutica tiene como objetivo la consecución de metas concretas a través de que ayuden a fortalecer el sentido positivo de sí mismo, conectarse con los demás y ganar un sentido de logro o competencia personal. Se ayuda al estudiante a modificar comportamientos, creencias o actitudes que interfieren con la satisfacción de sus necesidades y le impiden alcanzar su mundo de calidad. El éxito pedagógico se asocia con construir una relación con el estudiante centrada en el optimismo y la confianza, que le permita dejar de rechazar su realidad, abrirse al aprendizaje y comenzar a asociar su satisfacción personal con su iniciativa, es decir, que asuma que los logros dependen de sus esfuerzos y de que trabaje por sí mismo y para sí mismo en un contexto de colaboración. Se trata de ayudar al estudiante a asumir una actitud vital de propositividad. Glasser desarrolló un modelo denominado teoría del control asociado a las interacciones humanas, que aplicado a educación podría aportar una comprensión sobre cómo acercarse al estudiante.
La pedagogía terapéutica busca construir un vínculo profundamente respetuoso con el estudiante, aceptando su individualidad, libertad para ser quién es. El docente tiene permanentemente presente la necesidad de comprender el marco de referencia del estudiante y su visión de las cosas, como base de cualquier comportamiento o actitud, apropiada o inapropiada, en intenta influir en el estudiante mediante el diálogo, la construcción creativa y colaborativa de opciones adaptativas para resolver sus necesidades. En la pedagogía terapéutica el docente se acerca al estudiante, se vincula desde la aceptación y busca descubrir un espacio de conexión con el estudiante para construir un nosotros que le de base emocional y compromiso al estudiante con el proceso de formación y aprendizaje.
La experiencia de pedagogía terapéutica permite al estudiante experimentar una experiencia emocional correctiva, vivenciando patrones sanos de interacción y relación, que van debilitando las huellas de experiencias anteriores que pueden haber generado ansiedad, sentimientos de invalidación, incompetencia o autorechazo, muchas veces son el fundamento del fracaso académico, la falta de autoestima o la desmotivación. En el curso del trabajo pedagógico una verdadera pedagogía terapéutica permite al estudiante ir dejando de lado mecanismos psicológicos y actitudes que tenían un sentido defensivo para cuidar la necesidad de seguridad o el sentido de valor personal y control. Muchas veces el oposicionismo, la agresividad, el descontrol, la desmotivación o la falta de compromiso tienen un sentido defensivo.
Cuando la experiencia de aprendizaje permite al estudiante experimentar aceptación, optimismo, compañía y seguridad, es decir, sus necesidades psicosociales se ven satisfechas, se experimenta un contexto motivador y seguro que le permite ir dejando atrás las defensas, abrirse con confianza a nuevas relaciones y pensarse distinto con respecto al aprendizaje. En la medida que la experiencia es estable, el estudiante avanza en lo pedagógico y en lo social, y se va acercando a las imágenes de su mundo de calidad, apreciándose un reencuentro consigo mismo y con su valor, la sensación de que su vida tiene sentido, que tiene significado y contenido y que puede ser agente de satisfacción de sus propias necesidades. Esta dinámica está a la base del sentido de bienestar personal, felicidad y salud mental positiva.